¡Oh Señor!,
yo creo y profeso que Tú eres el
Cristo Verdadero,
el Hijo de Dios vivo
que vino a este mundo para salvar a
los pecadores,
de los cuales yo soy el primero.
Acéptame como participante de tu
Cena Mística,
¡oh Hijo de Dios!
No revelaré tu Misterio a tus enemigos,
ni te daré un beso como lo hizo
Judas,
sino que como el buen ladrón te
reconozco.