
¡Oh Señor!,
yo creo y profeso que Tú eres el
Cristo Verdadero,
el Hijo de Dios vivo
que vino a este mundo para salvar a
los pecadores,
de los cuales yo soy el primero.
Acéptame como participante de tu
Cena Mística,
¡oh Hijo de Dios!
No revelaré tu Misterio a tus enemigos,
ni te daré un beso como lo hizo
Judas,
sino que como el buen ladrón te
reconozco.
Recuérdame, ¡Oh Señor!,
cuando llegues a tu Reino.
Recuérdame, ¡oh Maestro!,
cuando llegues a tu Reino.
Recuérdame, ¡oh Santo!,
cuando llegues a tu Reino.
Que mi participación en tus Santos Misterios,
¡oh Señor!
no sea para mi juicio o condenación,
sino para sanar mi alma y mi cuerpo.
¡Oh Señor!,
yo también creo y profeso
que lo que estoy a punto de recibir
es verdaderamente tu Preciosísimo
Cuerpo
y tu Sangre Vivificante,
los cuales ruego me hagas digno de
recibir,
para la remisión de todos mis
pecados
y la vida eterna. Amén.
¡Oh Dios!,
se misericordioso conmigo, pecador.
¡Oh Dios!,
¡Oh Dios!,
límpiame de mis pecados y ten
misericordia de mí.
¡Oh Dios!,
¡Oh Dios!,
perdóname, porque he pecado
incontables veces.
Así sea. +
Así sea. +
Especificar la petición solicitando la intercesión
de san Juan Crisóstomo para que sea concedida.
Rezar el Credo, tres Padrenuestros,
tres Avemarías y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.
Oración escrita por san Juan Crisóstomo (347-407).
Arzobispo de Constantinopla.
Doctor y Padre de la Iglesia.
NOTAS SOBRE SU BIOGRAFÍA: Este virtuoso santo nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, de nombre Antusa, que ha sido declarada santa también.
Antes de irse al desierto, en su casa vivía como un monje orando estudiando y haciendo penitencia (su madre no quería que se fuera de casa) cuando murió su madre se fue 6 años al desierto allí con grandes sacrificios, ayuno y oración, se dedicó al estudio profundo de la biblia. Cuando enfermo volvió a Antioquia, y fue ordenado sacerdote, dedicándose a la predicación.
Cada vez que se dirigía a la gente deslumbraba con sus maravillosos sermones, era admirado por su gran elocuencia y la magia de su oratoria insuperable. Escribió sermones y oraciones, que ahora son usadas en la Liturgia de la Iglesia.
Los temas de sus discursos los tomaba de la Biblia, y por su humildad y demás virtudes, logró numerosas conversiones.
Pese a no querer ese cargo por ostentoso, fue nombrado Arzobispo de Constantinopla. Eliminó todos los lujos que existían dentro del clero y entregó a los pobres parte del mobiliario que había en los recintos eclesiásticos, pues consideraba que eran “excesos” inapropiados de la Iglesia, la cual tenía obligación de ayudar y mantener a los más desfavorecidos, como, por ejemplo, lo que hizo con las ricas cortinas, que entregó a los pobres para que no pasaran frio.
Fue acusado injustamente por dar el dinero de la iglesia a los pobres, por lo que fue desterrado y llevado ocultamente para que el pueblo no se enterase.
Al poco tiempo hubo un terremoto en Constantinopla y le hicieron volver. Sus enemigos, que le esperaban, no se dieron por vencidos y le acusaron nuevamente, le desterraron al mar Negro, donde los militares le humillaron y trataron brutalmente
El trece de septiembre, después de caminar diez kilómetros bajo un sol abrasador, se sintió muy agotado. Se durmió y vio en sueños que San Basilisco, un famoso obispo muerto hacía algunos años, se le aparecía y le decía: "Animo, Juan, mañana estaremos juntos". Pidió que le administraran los últimos Sacramentos; se revistió de los ornamentos de arzobispo y al día siguiente diciendo estas palabras: "Sea dada gloria a Dios por todo", quedó muerto.
Era el 14 de septiembre del año 407. Al año siguiente el cadáver del santo fue llevado solemnemente a Constantinopla y todo el pueblo, precedido por las más altas autoridades, salió a recibirlo cantando y rezando.
El Papa San Pío X nombró a San Juan Crisóstomo como Patrono de todos los predicadores católicos del mundo.
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