¡Oh bienaventurado
san Juan Bosco!,
apóstol incansable de la devoción a María Auxiliadora
y tan amado de Ella, que sin tardanza alguna,
obtenías de su bondad todo lo que le pedías.
Tú, que fuiste tan
compasivo y estabas pendiente
de las necesidades cotidianas y humanas desventuras
que hacían padecer dolientemente a la gente,
que hacían padecer dolientemente a la gente,
que, cuando morabas aquí en la tierra,
no había persona alguna que recurriese a ti
sin que fuese benignamente escuchada
y recibiese el auxilio que tu podías prestarles
escucha las suplicas que humildemente te hago.
y recibiese el auxilio que tu podías prestarles
escucha las suplicas que humildemente te hago.