lunes, 1 de marzo de 2021

ÁNGELES SÍMBOLOS USADOS EN SUS REPRESENTACIONES Y FORMAS DE CONTACTARLOS



Muchas de las imágenes tradicionales de los Ángeles en las pinturas de la Edad Media y el clasicismo son representadas con instrumentos musicales varios en las manos, entre los cuales el arpa y la lira son los más comunes. Este concepto musical del ángel está basado en la división de las Huestes Celestiales en "Coros de Ángeles", quienes cantan continuamente las alabanzas al Creador. 

La lira o laúd era el instrumento utilizado por David durante su composición de los salmos, reconocidos como los más hermosos cánticos creados por un ser humano en honor a Dios. 
Los salmos no eran simplemente oraciones sino canciones escritas por David y luego cantadas por este mientras se acompañaba de la lira. Esta es posiblemente la razón por la cual muchos de los ángeles musicales cargan una lira entre las manos. 

El arpa, basada en el concepto de la lira, era uno de los instrumentos más populares de la Edad Media, y es posible que por esta razón terminó suplantando a la lira como el instrumento favorito de los ángeles. El sonido del arpa es singularmente bello y de tonalidades etéreas, las cuales no tienen rival en ningún otro instrumento musical, y es por eso fácil asociarla con entidades celestiales. El concepto de un ángel tocando el arpa nos hace visualizar de inmediato a los coros celestiales entonando la música de las esferas frente al Trono de Dios.

El tercer instrumento asociado con los ángeles es la trompeta, la cual es utilizada por los ángeles para anunciar eventos importantes como el día del Juicio Final. De acuerdo a los musulmanes el ángel de la música es Israfel, quien según ellos, va a hacer sonar la trompeta en ese gran día. Otro de los ángeles asociado con la música es Uriel, de quien se dice tiene potestad sobre los coros angelicales que cantan las alabanzas al Creador. Pero es indudablemente el Arcángel Gabriel, quien es visualizado como el gran trompetista divino, y quien según el concepto cristiano es el que va a llamar con su sagrado instrumento a todas las almas durante el Juicio Supremo. 

Los cuatro ángeles más conocidos, Miguel, Rafael, Gabriel y Uriel tienen un objeto en la mano que los identifica de inmediato. Miguel carga una espada y una balanza, símbolos de la justicia; Gabriel carga un lirio, símbolo de la pureza; Rafael carga un cayado, símbolo de la sabiduría y Uriel un libro o un pergamino, símbolo de la ley divina. 

Estos ángeles tienen vestiduras típicas. Miguel se viste con armadura y sandalias romanas y sus colores son rojo y verde. Rafael, Gabriel y Uriel usan túnicas y mantos pero los colores son distintos. Rafael se viste de amarillo y violeta; Gabriel de azul claro y naranja; mientras que Uriel se viste con los cuatro colores de la tierra: verde oliva, verde limón, marrón y negro. Pero estos grandes ángeles también se visten a menudo de blanco y dorado que son los colores asociados con las huestes angelicales. 

EL PODER DE LOS ÁNGELES 

El poder de los ángeles es insondable. El Talmud nos dice que Miguel puede mover las montañas y el Libro de Revelaciones nos enseña que siete ángeles de la ira de Dios destruyeron una tercera parte de las estrellas. 

La leyenda judía nos relata que un ángel del Señor levanta a Jerusalén en alto para defenderla del ataque de Nabucodonosor pero que Dios la volvió a poner en tierra. El ángel Atafiel mantiene al cielo en su lugar sosteniéndolo con tres dedos y el ángel del Pilar lo sostiene en la palma de su mano derecha. Cuando el ángel Hadraniel proclama la voluntad de Dios, su voz atraviesa doscientos mil firmamentos y si el ángel Chayyiel si quisiera, podría tragarse a la tierra de un solo bocado. 

Otras leyendas nos dicen que alrededor del siglo XIII los ángeles movieron la casa de la Virgen María de Nazaret hasta Dalmacia y de allí a varias partes de Italia, colocándola por fin en el pueblecito de Loretto. En el siglo XVII, el famoso astrónomo alemán Johannes Kepler publicó una obra titulada Misterio Cosmográfico según la cual los planetas son empujados en sus órbitas por ángeles. Estos ángeles fueron más tarde identificados como fuerzas gravitatorias, lo que nos hace sospechar que los ángeles son más bien fuerzas cósmicas dirigidas por una inteligencia suprema. Estas huestes celestiales pueden ser también identificadas con los elementos y las fuerzas de la naturaleza y su contacto con el ser humano tiene lugar a través de oraciones, peticiones, meditaciones, invocaciones y evocaciones. 

Hay una gran diferencia entre estos contactos. Una oración es un acto de fe donde una persona reconoce el poder divino y expresa su fe de esta manera. Una petición es un pedido especial a Dios a través de sus ángeles o ministros para que nos conceda algo que deseamos. Una meditación es un contacto realizado a través del Inconsciente del individuo con una entidad espiritual, especialmente con su ángel guardián, el cual se identifica con su Alto Yo o las profundidades del Inconsciente. Una invocación a los ángeles es una ceremonia especial durante la cual se pide a estos seres celestiales que nos concedan su protección y su ayuda para llevar a cabo un acto mágico. Una evocación es un ritual mágico de gran poder durante el cual se pide a un ángel o entidad superior que se materialice frente a la persona a quien se desea pedir algo. Tanto las invocaciones como las evocaciones deben ser llevadas a cabo adentro de un círculo mágico para proteger a la persona de la energía cósmica extraordinaria que emiten estos seres. 

La existencia y el poder de los ángeles es innegable y vamos a incluir aquí un testimonio que es apropiado: 

Según relata un destacado angelologo:...llevaba varios años en mis estudios dentro del campo del misticismo pero no tenía grandes conocimientos de lo que es el poder angelical. Un día, leyendo un popular grimorio titulado El sexto y séptimo libro de Moisés, encontré entre sus páginas una invocación a los ángeles. La invocación, escrita en el lenguaje florido de la edad media, me pareció fascinante y sin pensarlo dos veces decidí usarla para invocar al Arcángel Rafael, quien siempre me atrajo grandemente. 

Se dice de Rafael que es el ángel que se para en el medio del sol y también se le conoce como el médico divino. Su color principal es el amarillo. 

Para llevar a cabo la invocación tomé una vela amarilla entre las manos y me paré frente al Este, ya que sabía que toda ceremonia mágica debe ser orientada hacia este punto cardinal. Lo que no sabía era que toda invocación a los ángeles debe ser llevada a cabo dentro de un círculo trazado en el suelo o en el aire y que la persona debe primero prepararse física y mentalmente, para poder rechazar cualquier influencia negativa que pueda ser atraída por la energía del ritual. 

Tan pronto terminé de leer la invocación sentí un temor insólito apoderarse de mi. Algo en mi decía que no estaba sola. Mis manos comenzaron a sudar y mis rodillas temblaban de tal modo que casi no me podía sostener de pie. Este sentimiento de aprehensión creció rápidamente hasta convertirse en terror absoluto. Poco a poco sentí como el cuarto se fue llenando de una energía inmensa y de una malignidad inexpresable. No había nada angelical ni puro en esta fuerza, solo destrucción y maleficio. No hay palabras con las cuales yo pueda describir mis sentimientos en esos momentos. Estaba sola, sin protección alguna y no había ser humano en el mundo que pudiera ayudarme. Todas las oraciones y salmos que había aprendido de memoria desde niña desaparecieron de mi mente como si hubieran sido borradas por una mano invisible. Solo quedó en mi alma mi gran fe y amor a Dios. Agarrada a esta fe como a una tabla de salvación comencé a pedir a Dios su bendición y ayuda. 

Y poco a poco, como una marea que baja, la fuerza negativa que estaba en la habitación fu disipándose hasta desaparecer del todo. A las pocas horas de esta experiencia, una muela que jamás me había dado ningún problema, comenzó a molestarme. Esta molestia se convirtió en una fuerte infección que me mantuvo en cama por dos semanas, al borde de una septicemia. 

Lo que sucedió durante esta experiencia fue que al no tener la protección de un círculo, la gran energía creada por la invocación se concentro en su totalidad en mi persona. Esta energía cósmica sin control alguno se desbordó por todo mi cuerpo afectando el área más vulnerable que era la muela. La fuerza de Rafael, que es la salud vibrante que nos da el Sol, al descontrolarse, se manifestó en todo lo que es opuesto a la salud, que es la enfermedad y la muerte. No fue a Rafael a quien invoqué ese día sino a la entidad oscura que es su contrario. Fue el poder de Dios quien vino en mi amparo en esos momentos. 

El círculo durante una invocación o evocación es una protección muy real creada por la fuerza mental de la persona, la cual establece una línea divisoria entre el mundo material y el espiritual. Esta barrera astral aunque invisible es impasible por energías cósmicas. Naturalmente que esta experiencia puede ser explicada de forma lógica. Yo pude haber sido víctima de un ataque de histeria, pude haber sufrido una alucinación, me pude haber imaginado todo. Pero lo que no fue producto de mi imaginación fue la grave enfermedad que siguió a esta invocación. Esta fue la primera de muchas experiencias parecidas, aunque ninguna tan aterradora, con el mundo etéreo de los ángeles..."

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