miércoles, 21 de mayo de 2014

ORACION A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA PARA PROBLEMAS URGENTES



Benignísima Madre de Misericordia
Hija de Dios Padre, Madre de Dios,
Esposa del Espíritu Santo,
y noble y gratificante descanso de todos.

Tú eres en las cosas dudosas nuestra luz;
en las tristes nuestro consuelo, en las angustias alivio;
y en los peligros y tentaciones fiel socorro. 

Tú eres paraíso de gracia y espirituales dones, 
por ello, Virgen milagrosa, te amo de corazón
y tengo la certeza de que atenderás mis súplicas. 

Bienaventurados los que de veras te aman 
y con toda fidelidad te sirven,
bienaventurados los que, por santidad de vida,
se hacen siervos y devotos tuyos,
a tu piedad pues, recurro, Reina y Señora mía, 
para que me enseñes socorras, ampares, 
para que me gobernéis y defendáis 
en todas las horas y momentos de mi vida
suplicándote humildemente en esta ocasión
me alcances de la Majestad Divina
solución urgente para este problema 
que me agobia y causa tanta intranquilidad:

(haz con mucha fe la petición),

si conviniere para bien de mi alma
y si no conviene,
 Tú, como abogada mía, dirige mi voluntad
sólo a lo que sea honra
y gloria de Dios y salvación de mi alma. 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN Y PETICIÓN

¡Virgen de la Medalla Milagrosa!
después de saludarte en el augusto misterio
de tu Concepción sin mancha,
te elijo, desde ahora y para siempre,
por mi madre, abogada,
 reina y señora de todas mis acciones,
y protectora ante la majestad de Dios.
Yo te prometo, Virgen purísima, no olvidarte jamás,
ni tu culto, ni los intereses de tu gloria,
a la vez que te prometo también
promover el amor hacía los que me rodean.
Oh Inmaculada Madre de Dios y madre mía,
que al entregarnos tu Medalla,
te has mostrado dispensadora
de todas las gracias del Cielo. 
Reconozco mi indignidad para merecer tu protección;
pero miro tu imagen con los brazos abiertos
y recurro a ti en esta desesperada situación,
en estos duros momentos por los que estoy pasando
para que con tu piedad me ayudes a solucionarlos. 
Oh Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa,
derrama sobre nosotros, tus hijos,
las bendiciones que has prometido
a cuantos honren tu Medalla. 

Benignísima madre de Misericordia,
disipa con un rayo de tus manos
todas nuestras tinieblas interiores;
ayúdanos a andar nuestro camino espiritual. 

Haz que tu Medalla sea escudo invulnerable
para nuestros cuerpos y para nuestras almas
y que nos ayude a vivir la vida de la gracia.

Recíbeme, Madre tierna, desde este momento
y sé para mí el refugio en esta vida
y el sostén a la hora de la muerte. 

¡Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti!
Amén. +

Reza cinco Avemarías, un Padrenuestro y un Gloria. 
La oración y los rezos se hacen con infinita esperanza
durante cinco días seguidos.

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