San Isidro Labrador, alma de Dios y para Dios,
que dedicaste tu vida a Dios y a los demás,
que con tu trabajo y oración,
con tu devoción a la santísima Virgen
y tu especial apego a la Sagrada Eucaristía,
con tu entrega sin medida a los necesitados
y por tus muchas obras de caridad
fuiste el mejor servidor del Señor,
y recompensado con sus gracias,
ruega por nosotros y atiende nuestras suplicas.