En este Salmo el rey David pide a Jehová que le ayude con sus enemigos, que los aleje, avergüence y confunda, y que los juzgue según su Perfecta Justicia, y se hace el propósito de bendecir, servir
y glorificar a Dios con todas sus fuerzas en todo momento, pues sabe que Dios le escucha y atiende.
Si Dios es nuestro amigo, no
importa quién es nuestro enemigo.