Glorioso santo san Lorenzo
fortísimo mártir de Jesucristo,
cuya misericordia y compasión
con los pobres,
te granjeó la confianza del
Pontífice,
y te puso en las manos los tesoros
que en la iglesia se
guardaban
para el socorro de los
necesitados y mendigos;
¿de qué medio más eficaz puedo
valerme
para apremiarte a socorrerme,
que recordarte aquella alegría y
aquel gran gusto,
que sentía tu corazón al extender
el brazo
para dar al pobre su socorro?