ARCÁNGEL URIEL

ARCÁNGEL URIEL 

Uriel es uno de los siete arcángeles, es uno de los siete espíritus ante el Trono del Altísimo, llamado ángel de la Presencia de Dios.

Uriel es uno de los príncipes regentes de los Serafines y de los Querubines y es uno de los ángeles regentes del Sol. Es también uno de los príncipes de la Divina Presencia y el ángel de la salvación. 

Su nombre significa "Fuego de Dios", personificando la fuerza todopoderosa de la esencia de la vida. 

Por ser su misión sacar de su letargo a la conciencia humana con el fuego de la verdad, se le representa con una llama de fuego, aunque a veces, por su papel de observador divino, también se le representa llevando en sus manos una llave, como guardián que abre las puertas a la sabiduría y el conocimiento, o un pergamino o un libro, que él usa para anotar los pensamientos, sentimientos y actos del hombre mientras está en la tierra.  

Uriel es el ángel que protege del trueno y del terror y rige los temblores de Tierra, los cataclismos y las explosiones volcánicas. Es el líder de los ángeles guardianes. 

Se dice que Dios lo envió a Noé para advertirle el diluvio universal. El poeta Milton en su obra Paraíso perdido nos dice que Uriel es el ángel que más aguda tiene la visión y por tanto el que mejor ve el futuro, que es a quien nada se le esconde pues todo lo escudriña. Tal vez es por eso que se pide su ayuda en las enfermedades de la vista, para que ilumine los caminos en los momentos de oscuridad y para que dé más claridad mental cuando hay confusión. Entre otros patronazgos, se ocupa de los que quieren salir de la ignorancia y buscan sabiduría, protege a los maestros, sacerdotes, filósofos, rabinos...

Se cree que el nombre de Uriel fue derivado del profeta Uriah. Su símbolo es una mano que sostiene una llama. 

Francis Barrett en su obra El Mago dice que Uriel fue quien enseñó los misterios de la alquimia y los secretos de la Cábala al ser humano. 

El arcángel Uriel fue venerado por el cristianismo desde el principio de su fundación, estaba, junto a Miguel, Gabriel y Rafael, presente en la mente de los fieles y recibía el culto apropiado. En el siglo VIII el Papa Zacarias retiró su culto prohibiendo sus imágenes, pero Uriel nunca dejó de estar presente en corazón de sus devotos y de regalarles sus favores a quienes lo solicitaban. 

En la iglesia ortodoxa oriental y la anglicana también lo incluyen entre los arcángeles y lo conmemoran ampliamente. 

 

El primer Libro de Enoc relata como el patriarca fue llevado por los ángeles del Señor a través de los Siete Cielos. Durante su jornada vio un sitio caótico y terrible donde no había ni cielo ni tierra. Allí pudo percibir siete ángeles o estrellas que estaban amarradas todas juntas, inmensas como montañas y quemándose en un gran fuego. Cuando el patriarca preguntó cuál había sido su pecado y por qué habían sido lanzadas al fuego, Uriel, que era su guía en este trayecto del camino, le dijo que su pecado había sido romper los mandamientos de Dios y que permanecerían en este sitio purificándose de sus pecados por diez millones de años, que era el número de sus pecados. 

En el segundo Libro de Esdras, Uriel es descrito como el intérprete de la visión de este profeta. En el quinto capítulo del libro, Esdras reprocha a Dios preguntando por qué castiga a Israel y protege a sus enemigos. Uriel, que camina con Esdras, le dice que él le va a revelar las razones de Dios por permitir esto, pero solo si Esdras puede realizar cosas como pesar el fuego, medir el viento y traer de nuevo el día anterior. Cuando Esdras se queja de que lo que el ángel pide es imposible, Uriel le dice que, si sabiendo lo que es el fuego, el viento y el transcurrir de los días, no sabe comprenderlos, como va a poder discernir los designios de Dios, a quien no conoce. Abochornado, Esdras se postra a los pies de Uriel y, arrepentido, le pide perdón por las palabras que ha pronunciado. 

A pesar de su labor como paciente y sensato guía e instructor de patriarcas y profetas, de dar paz y de ser quien esparce la verdad y el conocimiento, Uriel tiene la capacidad de ser terriblemente severo en los castigos que asigna a los que ofenden al Creador. Por ejemplo, en el Apocalipsis de San Pedro, (libro apócrifo atribuido al Apóstol san Pedro donde, por primera vez, Jesús habla "del más allá"), Uriel castiga a los que blasfeman contra Dios "colgándolos de la lengua sobre un fuego inextinguible". 

Para hacer una petición a Uriel se coloca un recipiente de cristal casi lleno de agua clara (mejor si es de manantial, o de un rio donde el agua fluya, o en su defecto agua mineral embotellada) en el fondo del cual se introducen un cuarzo trasparente, o un cuarzo citrino, o un cuarzo amatista, que previamente se han tenido en agua con sal al aire libre durante 24 horas para limpiarlos. Después se colocan 4 velas, juntas, alineadas y orientadas al norte, pueden ser de color rojo, amarillo, naranja o dorado, que son los colores de la llama de fuego, y son los que se atribuyen a este arcángel. Hay que poner un poco de tierra rodeando las velas. Después e prenden con cerillas de madera, o un palito..., y se hace la petición. 

Cuando se terminen las velas el mineral utilizado se deja secar al aire y se guarda en una bolsita de tejido natural (roja, o amarilla, o naranja o dorada) y se lleva encima o se deja a la entrada de la casa o del negocio. Se puede añadir a la bolsita alguna hierba, como laurel, tomillo, albahaca, romero...para aumentar su poder. 

Por ser el regente del elemento Tierra y del punto norte, se pide su ayuda en asuntos de negocios, propiedades y dinero. También se pueden solicitar otro tipo de favores (amor, salud, trabajo...), protección o lo que se desee. 

Uriel es regente del mes de septiembre y puede ser invocado especialmente por los nacidos en este mes, a los que protege grandemente, aunque es un gran benefactor de todos, incluso los animales y las plantas. Es también el regente del signo de Acuario y los minerales, sobre todo los cuarzos, se le ofrecen para multiplicar su poder.  Puedes programar uno o varios y usarlos cuando necesites mejorar algo en tu vida, o para ponerlos por la noche, cuando duermes, cerca de tu cabeza y así recibir energía positiva.