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lunes, 15 de febrero de 2021

LA CREACIÓN DEL UNIVERSO


Una de las explicaciones más fascinantes sobre la creación del universo proviene de la Cábala hebrea. Lo que hace el concepto cabalístico de la creación tan extraordinario es que se ajusta largamente a las explicaciones que nos da la astrofísica sobre este evento transcendental en la historia del cosmos. 

La Cábala nos dice que el universo fue creado por Dios, una fuerza omnisciente, omnipotente e indefinible que existe más allá del cosmos. 
Antes de la creación no existía nada, solo un vacío insondable. Y en ese inmenso vacío moraba la Divina Presencia. No existían aun los ángeles, ni el cielo, ni el paraíso y mucho menos el ser humano. Esta Divina Presencia es incognoscible, es decir no es posible percibirla ni comprenderla porque esta más allá de nuestra limitada percepción humana. 

En la Cábala se conoce como AIN, la Nada, pero a pesar de ser Nada, es inmanente, consciente y de una inteligencia y poder inconcebible. Es Nada porque no tiene forma ni materia, es Intelecto Puro. AIN, la Divina Presencia deseó manifestarse en el mundo material y tener forma. Para lograr esta manifestación transformó su esencia de Nada en Algo. Este Algo se conoce como AIN SOF y es pura Luz. Es una Luz total, deslumbrante y enceguecedora de tal magnitud que se extiende mucho más allá de los confines del universo creado y de millares de universos. En otras palabras, AIN SOF no tiene fin, es infinito y sempiterno; es Dios Total, es Luz sin medida ni límite alguno, un concepto imposible de comprender por el ser humano.

Para poder expresar su Luz de forma material Dios concentró un sólo punto de su Luz infinita y envió este punto de Luz concentrada a través del vacío. Este punto de Luz divina se conoce como AIN SOF AUR y significa Luz de Oro.  

La principal y más importante característica de Dios como AIN es su unidad, es decir, no hay división en Él, es el Todo siendo Nada. La materia por otra parte se caracteriza por su dualidad. Esta dualidad es la primera división de la unidad de Dios, que se manifiesta materialmente de esta manera. Sigue siendo UNO pero para manifestarse en el cosmos expresa su esencia con dobles características. Estas dos características de la materia se conocen como el aspecto positivo y el negativo y se manifiestan en todo lo que existe. Noche y día, luz y oscuridad, blanco y negro, femenino y masculino, electrón y protón. Todo en el universo se expresa en esta dualidad. 

Para lograr la manifestación de la materia en esta dualidad Dios expresó su esencia como femenino y masculino, sin dejar de ser Uno. Esta unidad de Dios en el mundo material es expresada en la bendición diaria de los judíos a Dios llamada el Shema. La bendición dice: 

"Escucha Israel, Dios Nuestro Señor es el Eterno. El Eterno es UNO. La más grande ofensa que se puede hacer a Dios es negar esta unidad. Es por eso que Dios mismo dice en el libro del profeta Isaías. No existe Otro Dios más que Yo. No conozco a ningún otro". 

Es decir, Dios es el único Creador del universo. Todos los dioses que se adoran en otras religiones es Dios mismo, con otros nombres, ya que El mismo dice que no hay otro.

Al manifestar su esencia de forma dual, el aspecto femenino del Creador se separó del masculino y restringió su Luz dejando un espacio en si Misma para que el rayo del Luz del AIN SOF AUR la atravesara y de esa manera pudiera ser creada la materia. Según el punto de Luz del AIN SOF AUR, fue atravesando el espacio fue creando círculos concéntricos y cada uno de estos círculos fue condensando la Luz, según está iba descendiendo. 

Estos círculos se conocen como esferas o receptáculos de la Luz divina y se identifican con varios conceptos filosóficos y espirituales, además de las galaxias y finalmente del sistema solar y el planeta Tierra. En términos cabalísticos estas esferas se conocen como Sefirot y en conjunto forman el Árbol de La Vida. Es decir, el Árbol de la Vida no es otra cosa que el universo creado. 

Este concepto cabalístico nos dice que el universo entero y todo lo que en él existen desde el espacio sideral y las estrellas hasta las galaxias, fue creado de sólo un punto concentrado de la Luz divina, lo que nos da una leve idea de la magnitud apoteósica de la Luz de Dios. 

La Luz divina es pues la manifestación del poder del Creador en el mundo material. Esta Luz es vida y creación. Más allá del mundo físico, cuando la materia termina, solo existe el misterio insondable de Dios antes de la Creación y su verdadera esencia. Pero la Cábala nos dice mucho más, ya que al enviar su Luz a través del vacío para crear el universo, Dios envió tanta energía que las esferas o receptáculos no pudieron contenerla y se rompieron cruzando vertiginosamente el espacio y terminando por fin en el abismo.

Esta Luz al no poder ser contenida cayó en desbalance y se conoce como los cascarones cósmicos, donde la Luz ha sido opacada y totalmente impregnada en la materia. Este es el oscurecer de la Luz divina y la cuna de todo mal y destrucción en el mundo material. Esta creación imperfecta se conoce en la Cábala como el Qliphoth y es el lado oscuro del Árbol de La Vida, es decir del universo creado y el mundo material. El Qlipoth yace debajo del mundo material en el cual habitamos y nos influye continuamente de forma inmensamente destructiva, ya que es la negación de la Luz divina. 

Después de esta catástrofe cósmica, Dios volvió a enviar su Luz a través del vacío pero esta vez contenida y balanceada. Esta es la Creación actual, de la cual el ser humano forma parte. Pero la energía divina impregnada en la materia que es el Qlipoth tiene que ser rescatada y regresada a su origen divino. 

Para rescatar esta Luz de Dios fueron creados Adán y Eva, pero al caer en pecado, prolongaron la separación de esta Luz del Creador y es a nosotros, los descendientes de Adán y Eva, quienes tenemos la misión divina de transmutar estos cascarones cósmicos en fuerzas de luz. Y esto sólo lo podemos lograr resistiendo las tentaciones de la materia, la cual forma parte de esta creación imperfecta. Cada vez que un ser humano, a través de sus buenas obras, transciende su condición física para elevarse a planos superiores, muchas de estas tinieblas regresan en forma de chispas de luz a su fuente original, que es Dios. 

Esta luz, envuelta en las tinieblas que son los cascarones cósmicos, son los llamados espíritus oscuros que pululan por la tierra, tentando a los seres humanos a cometer actos destructivos. 

Para ayudar al ser humano en esta gran misión, Dios creó a los Ángeles los que continuamente nos ayudan e iluminan para llevar a cabo esta obra transcendental. Todos los libros sagrados, desde la Biblia y el Corán hasta las Vedas y el Zend Avesta son también instrucciones divinas dadas por Dios a seres escogidos para hacerlas llegar de esta manera al resto de la humanidad y de esta manera ayudarnos a cumplir nuestro destino cósmico. 

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