jueves, 21 de enero de 2021

INFIERNO, LIMBO, PURGATORIO Y JUICIO FINAL


EL INFIERNO 

Más que un lugar, el Infierno es un estado de conciencia ya que las torturas sufridas por las almas rebeldes reflejan el horror de los actos cometidos durante su estadía en la Tierra, cuyo recuerdo les atormenta continuamente. 

En la tradición cristiana el Infierno es también un lugar cuyo concepto es una mezcla del Sheol hebreo, una caverna tenebrosa a donde van todas las almas al morir y donde esperan el Juicio Final, y el Gehenna de los griegos, donde los espíritus de personas malévolas reciben el castigo por las culpas cometidas durante su vida terrena. 
La descripción que el Cristianismo nos hace del Infierno tiene mucho parecido con el Hades de la mitología griega, un lugar sombrío y subterráneo regido por el dios Plutón. 

Las imágenes cristianas de las llamaradas del Infierno provienen del Nuevo Testamento, especialmente el Libro de Revelaciones, donde el Infierno es descrito como un lago hirviente de fuego y azufre, el cual según San Juan es la segunda muerte. Lo más interesante del concepto cristiano del Infierno es que solo son condenados a estos tormentos eternos los espíritus rebeldes, es decir aquellos que se niegan a arrepentirse de sus pecados. 

En el arrepentimiento está la redención del espíritu. Cuando un pecador se arrepiente de sus malas acciones en la Tierra, su espíritu no es condenado a hervir para siempre en el lago de fuego y azufre descrito por Revelaciones. Este espíritu pasa al Purgatorio, donde es purificado de sus ofensas y pecados. La estadía de un espíritu en el Purgatorio depende de la gravedad de sus faltas en su vida terrenal. Pero si su arrepentimiento es sincero, no importa cual terrible hayan sido sus faltas, finalmente estas son borradas por sus sufrimientos en el Purgatorio.
 
EL LIMBO

A la entrada del Purgatorio existe un lugar llamado Limbo, que en latín significa "borde" o "filo". Se le da este nombre porque en la antigüedad se creía que el Limbo estaba situado en el borde del Infierno, es decir entre el Infierno y el Purgatorio. En la teología católica el Limbo es el lugar de descanso de aquellas almas que han sido excluidas del Paraíso sin haber pecado. Los teólogos describen dos clases de Limbo: el Limbo donde las almas de los justos esperan a ser redimidos por Jesucristo y el Limbo de los niños que mueren sin bautizar o de personas que nunca recibieron el sacramento del bautizo pero que fueron seres buenos en la Tierra. Entre estos seres están los que vivieron antes del nacimiento de Jesús y los que no son cristianos. En el Limbo también se encuentran las personas que no tuvieron tiempo de arrepentirse de sus faltas antes de morir. 

En La divina comedia, Dante visiona a los filósofos griegos, como Aristóteles, en el Limbo, ya que no fueron bautizados. El Limbo es un lugar de espera, de suspensión espiritual, donde estas almas gozan de paz y de una felicidad natural pero que no es comparable al éxtasis supremo del Paraíso. El Limbo es un concepto católico, y en muchas formas injusto, ya que no tiene sentido condenar a un ser inocente y noble a permanecer en este estado de suspensión espiritual, simplemente porque no fue bautizado. 

EL PURGATORIO 

Según el Cristianismo, el Purgatorio es un estado de arrepentimiento en el cual las almas de los muertos son purificadas de sus pecados veniales o sufren castigos temporales después de haberse arrepentido de sus pecados mortales. El pecado es un término teológico que describe toda mala acción. No se debe confundir con el crimen, el cual es un termino legal que se refiere al rompimiento de las leyes que la sociedad impone a sus miembros. Tampoco debe confundirse el pecado con el vicio, el cual es un término moral que define las prácticas y acciones de un individuo que hacen daño a su moral y a menudo a su salud física y mental. El pecado es un acto o conducta que ofende a Dios y aleja a una persona de Él. 

Puede ser un crimen, un vicio, o una acción que no es condenada por la ley humana pero sí por la divina. Por ejemplo, la crueldad y la malevolencia no rompen ninguna ley humana, pero son pecados ante los ojos de Dios. Cada una de las principales religiones creen en el concepto del pecado, pero difieren grandemente en lo que este significa. 

La doctrina del karma, según el Hinduismo, enseña que toda acción humana resulta en retribución, si es mala, o recompensa, si es buena, a través de nuevas existencias. Las buenas acciones ayudan al espíritu a liberarse del mundo de los sentidos mientras que las malas acciones degradan al espíritu y lo atan más fuertemente a la rueda del karma y a un continuo ciclo de reencarnaciones. Solo cuando el espíritu deja de desear o de actuar es que rompe su atadura a la rueda del karma y no necesita volver a reencarnar, uniéndose a la fuente divina que es su verdadero origen. 

El Judaísmo, Islam y el Cristianismo enseñan que el pecado es una ofensa a Dios. En el Antiguo Testamento el pecado es un acto rebelde contra la ley de Dios. El primer pecado fue cometido por Adán y Eva y los efectos de este pecado son heredados por sus descendientes. 

Según el Cristianismo, el pecado original afectó tan grandemente a la humanidad que cada ser humano nace pecador y la tendencia a pecar está profundamente arraigada en su naturaleza. La pasión y muerte de Jesús borró de nuestras almas el pecado original, pero no nuestra inclinación al pecado. En el Cristianismo, se peca no sólo con la acción, sino también con todo pensamiento o intención que esté opuesto a la ley divina. 

Según la Biblia, existen siete pecados mortales: Orgullo, Avaricia, Gula, Lujuria, Envidia, Ira y Pereza. De los siete, el Orgullo es el pecado que más efectivamente separa al pecador de la Gracia de Dios. En el Cristianismo, la remisión de los pecados es posible solamente a través de Jesucristo, cuya muerte y sacrificio libera al pecador arrepentido de las garras del pecado. 

El Purgatorio, donde las almas purifican sus pecados, es un estado de intenso sufrimiento, pero contrario al Infierno, es un sufrimiento temporal.

Según la Iglesia Católica, la purificación que sufre un alma en el Purgatorio es llevada a cabo a través del fuego. La Iglesia Ortodoxa Griega no define el tipo de purificación que sufren las almas en el Purgatorio y más bien lo consideran un estado de tribulación.

LA CORTE CELESTIAL

Según Enoc, todas las mañanas Dios pasa juicio sobre la humanidad en la Corte Celestial con todos sus Ángeles Ministros. Solo los Príncipes Angelicales que llevan el nombre sagrado de Dios, YHVH, pueden hablar en la Corte de Dios. 

Alrededor de la Divina Presencia están los dos Guardianes y los dos Seres Sagrados que son los concejales divinos. Radweriel YHVH pone en las manos de Dios el pergamino donde están escritos sus decretos y el Creador los pone frente a los escribanos para que los lean a los Celestiales. Entonces Soperiel YHVH abre los libros de la vida y de la muerte. 

Dios está vestido con una túnica de rectitud, blanca como la nieve y más resplandeciente que un millón de soles. Su cabello es blanco como el algodón. Cada acción en la Tierra y en el universo entero es detallada y un juicio perfecto es pasado sobre ella. El juicio de Dios es perfecto porque está formado de Justicia, Compasión y Verdad. La Compasión está a su izquierda, la Justicia a su derecha y la Verdad frente a él. Estas son representadas por las tres columnas del Árbol de la Vida. El trono divino está sostenido por las criaturas sagradas conocidas como Hayyoth, los Poderes, cada una de las cuales lo sostienen con 3 dedos.

Frente al trono celestial hay un cortinaje donde están escritas todas las generaciones de los seres humanos y todos los actos llevados a cabo por cada persona hasta la ultima generación. Esto indica que aunque Dios concedió el don del libre albedrío al ser humano, debido a su omnisciencia, él sabe cuáles van a ser las acciones de cada persona durante toda su vida en la Tierra. 

De acuerdo a Enoc, cuando Dios se sienta en el Trono del Juicio decide quien va a vivir o a morir ese día. Los Ángeles de la Compasión están a su derecha, los Ángeles de la Paz están a su izquierda y los Ángeles de la Destrucción están frente a él. Un escribano está debajo del Trono y otro escribano sobre éste. Los Serafines, cubiertos de gloria, rodean el Trono con paredes de relámpagos en sus cuatro lados y los Ofanim rodean las paredes como antorchas de fuego. 

Frente al Trono están las huestes celestiales del Séptimo Cielo, regidas por Miguel, y sus números suman cuatrocientos noventa y seis millares de ejércitos y cada ejercito contiene la misma cantidad de ángeles de luz. Todos se paran frente al Trono en cuatro filas y un Capitán Angelical está al frente de cada fila. Todos los ángeles cantan el Triságono Divino. 

Cuando terminan de cantar sus alabanzas, los ángeles se transforman en chispas y llamas de luz; "miles de miles" toman formas femeninas y la misma cantidad toma formas masculinas y todos tiemblan de amor y de temor ante la Gloria de Dios. 

Cuando el espíritu humano llega frente al Trono de Dios y recibe su Gracia, un rayo de luz surge de la Compasión Divina y se detiene frente a él. El espíritu cae postrado al instante frente a Dios y todos los Ángeles de la Destrucción se alejan del espíritu porque ha alcanzado el perdón de Dios. A pesar de que hay un balance perfecto en el juicio de Dios, este siempre se inclina a la Compasión, porque es en esta que ha establecido su Trono. 

Hay setenta y dos príncipes angelicales que llevan el nombre del Creador y todos ellos están presentes en cada juicio. Metratón, que es el Príncipe Guardián de este mundo, está presente también ya que es quien intercede a favor de la humanidad y pide a Dios misericordia para ésta.

EL JUICIO FINAL

El final de la historia humana se conoce como el Día del Señor, el día del Juicio Final, cuando tanto los vivos como los muertos serán juzgados de acuerdo a sus acciones. Este momento apoteósico marca el regreso de todas las almas de los escogidos al Paraíso. Tanto el Judaísmo como el Cristianismo creen en este evento culminante, el cual será anunciado con el sonar de la trompeta de Gabriel, ángel del Juicio Final y de la Resurrección. 

La idea del Juicio Final proviene del Zoroastrismo. Muchos de los elementos de la visión de Zoroastro sobre el final de los tiempos, la cual es concebida como una batalla entre las fuerzas del bien y las del mal, fueron adoptados por el Judaísmo y de este pasaron al Cristianismo y a Islam. Los ángeles forman una parte intrínseca de este escenario apocalíptico. Y aunque es Dios quien pasa juicio sobre la humanidad y sobre los ángeles caídos, son sus ángeles de luz los quienes llevan a cabo sus mandatos en este día supremo. 

De acuerdo al Nuevo Testamento el Juicio Final va a ser llevado a cabo por Jesús, sentado a la diestra de Dios Padre. Este momento se conoce como la Segunda Venida de Cristo y el Juicio Final como la manifestación de su eterna victoria. El Credo católico menciona este Juicio y también la resurrección de la carne. 

La idea de la resurrección del cuerpo se encuentra en la mitología egipcia, en el Zoroastrismo, en el Judaísmo y en Islam. En el Cristianismo la idea de la resurrección de los muertos está basada en la resurrección de Jesús. 

Los Gnósticos, que fueron condenados por la antigua iglesia como herejes, rechazaban el concepto de la resurrección de la carne porque creían que el más allá era esencialmente espiritual y el cuerpo humano no podía ser resucitado. 

El Libro de Revelaciones es el último libro del Nuevo Testamento y está dividido en dos partes: un grupo de epístolas enviadas por el apóstol a las siete ciudades de Asia Menor y una serie de visiones proféticas sobre el Juicio Final.

El Libro describe en detalle la Gran Batalla entre el Arcángel Miguel y sus legiones angelicales contra Satanás y los ángeles caídos. Al final de esta guerra celestial, Miguel lanza a Satanás y a los ángeles rebeldes hacia la Tierra. Revelaciones describe a los siete ángeles a cuyo cargo esta llevar a cabo el Gran Juicio en este ultimo día. Cada ángel tiene una trompeta y cada vez que un ángel toca su trompeta, terribles calamidades descienden sobre la Tierra. 

Entre la gran cantidad de ángeles mencionados en Revelaciones y que toman parte en el Juicio Final están los siete ángeles de las plagas que vacían sus tazones con la ira de Dios sobre el mundo; los ángeles de los cuatro vientos; el ángel coronado con el arco iris; el ángel del abismo sin fondo; el ángel de los evangelios; el ángel de la cosecha; el ángel del río Eufrates; y el ángel que anuncia la caída de Babilonia. 

Los serafines y los millares y millares de ángeles que rodean al trono del Señor completan este concepto apoteósico de las huestes celestiales en el Juicio Final. Según Revelaciones, cuando los seres humanos se presenten a recibir su sentencia frente al trono de Dios, todo aquel que debido a sus pecados no esté apuntado en el Libro de la Vida será lanzado a un lago de fuego, que es la segunda muerte. 

Después del Juicio Final, Dios creará un nuevo cielo y una nueva Tierra y la Nueva Jerusalén descenderá desde el infinito adornada como una novia para su esposo. Y Dios estará con la humanidad y cesará la muerte y el dolor para sus elegidos.

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