Os adoro como a mi
primer principio,
os deseo como a mi Último fin,
os alabo como a mi bienhechor perpetuo,
os invoco como a mi defensor propicio.
Dirigidme con
vuestra sabiduría,
contenedme con vuestra clemencia,
Os ofrezco, Dios
mío,
mis pensamientos para pensar en Vos,
mis palabras para hablar de Vos,
mis obras para obrar según Vos,
mis trabajos para padecerlos por Vos.
Quiero lo que Vos
queréis,
lo quiero porque lo queréis,
lo quiero como lo queréis,
lo quiero en cuanto lo queréis.
Os ruego, Señor, que
alumbréis mi entendimiento,
abraséis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo
y santifiquéis mi alma.
No me corrompa la
soberbia,
no me altere la adulación,
no me engañe el mundo,
no me engañe el mundo,
no me prenda en sus redes el demonio.
Concédeme la
gracia de depurar la memoria,
refrenar la lengua, recoger la vista,
mortificar los sentidos.
Llore las
iniquidades pasadas,
rechace las tentaciones futuras,
corrija las inclinaciones que me son
necesarias.
Concédeme, Dios
mío, amor a Vos,
odio a mí, celo del prójimo, desprecio del
mundo.
Haced que procure
obedecer a los superiores,
atender a los inferiores,
favorecer a los amigos, perdonar a los
enemigos.
Venza el deleite
con la mortificación,
la avaricia con la largueza,
la ira con la mansedumbre, la tibieza con el
fervor.
Hacedme prudente en las determinaciones,
Hacedme prudente en las determinaciones,
constante en los peligros,
paciente en las adversidades,
humilde en las prosperidades.
Haced, Señor, que
sea en la oración fervoroso,
en la comida sobrio,
en el cumplimiento de mis deberes diligente,
en los propósitos constante.
Concededme que
trabaje para alcanzar la santidad interior,
la modestia exterior,
una conducta edificante, un proceder
arreglado.
Que me aplique con
diligencia a domar la naturaleza,
a corresponder a la gracia,
a guardar vuestra ley y merecer mi salvación.
Que consiga la
santidad
con la confesión
sincera de mis pecados,
con la participación devota del cuerpo de
Cristo,
con el continuo recogimiento del espíritu,
con la pura intención del corazón.
Dadme a conocer,
Dios mío, cuán frágil es lo terreno,
cuán grande lo celestial y divino,
cuán breve lo temporal,
cuán duradero lo eterno.
Dadme que me
prepare para la muerte,
que tema el juicio, que evite el infierno
y que obtenga la gloria del paraíso.
Por nuestro Señor
Jesucristo. Así sea.
Especificar la petición y rezar el Credo,
tres Padrenuestros y tres Glorias.
SS. Clemente XI (1649-1721). Gran
pontífice desde el año 1700 hasta su fallecimiento.
Declaró de precepto la fiesta de
la Inmaculada Concepción, extendió a toda la Iglesia la fiesta del Santo Rosario, favoreció
las artes y la ciencia y fue un generoso benefactor de los más
necesitados.
0 comentarios:
Publicar un comentario