¡Oh glorioso patriarca Santo Domingo!,
gloria de la vida apostólica, amparo de la fe
y fundador de la sagrada orden de los
Predicadores.
Sacerdote santísimo de Dios,
confesor admirable y eminente predicador,
bienaventurado Padre Domingo, alma elegida,
y, por tu enorme fe, varón agradable a Dios;
confesor admirable y eminente predicador,
bienaventurado Padre Domingo, alma elegida,
y, por tu enorme fe, varón agradable a Dios;
Tú, instruido por inspiración divina,
te entregaste totalmente a servir al Padre
te entregaste totalmente a servir al Padre
y a todos los que necesitasen ayuda,
tanto para el espíritu como para la vida cotidiana.
Tu nacimiento fue lleno de prodigios divinos,
tu niñez amable, tu vida admirable.
Tu doctrina fue más del cielo que de la tierra,
con la cual, y con los ejemplos de tus heroicas
virtudes
e innumerables milagros que el Señor obró por
ti,
convertiste a la fe católica a innumerables pueblos,
reformaste las costumbres extraviadas de los
fieles,
e instituiste una orden de varones apostólicos
para que sustentase la Iglesia que amenazaba ruina,
y llevaste por la redondez de la tierra
la doctrina del Evangelio,
para que resistiese a los enemigos la fe
y fuese sol y luz del mundo.
Yo te ruego y suplico, ¡oh padre santísimo!,
que me socorráis en esta gran necesidad
que me tiene sumergido en la aflicción
y no me permite vivir con paz y tranquilidad:
(hacer la petición con esperanza).
Guía esclarecido, Padre singular,
bienaventurado Domingo,
que tu milagrosa asistencia nos consiga
lo que con tanta esperanza hemos solicitado.
Guárdanos y gobiérnanos siempre,
orienta a los que te han sido encomendados,
y, una vez orientados, actúa a favor nuestro.
que tu milagrosa asistencia nos consiga
lo que con tanta esperanza hemos solicitado.
Guárdanos y gobiérnanos siempre,
orienta a los que te han sido encomendados,
y, una vez orientados, actúa a favor nuestro.
Preséntanos con alegría, al final de este destierro,
ante Cristo nuestro Salvador,
tu querido y bendito Señor, el Hijo del Dios Altísimo;
a Él gloria, alabanza y honor,
con la gloriosa Virgen María
y el conjunto de los ciudadanos celestiales,
por los siglos de los siglos.
ante Cristo nuestro Salvador,
tu querido y bendito Señor, el Hijo del Dios Altísimo;
a Él gloria, alabanza y honor,
con la gloriosa Virgen María
y el conjunto de los ciudadanos celestiales,
por los siglos de los siglos.
Santo Domingo, tú que acogiste en tu pecho
a todo aquel que necesitaba tu consuelo,
no dejes mi solicitud sin solución,
también te ruego me alcancéis la gracia de
aquel Señor
que te adornó de tantas y tan grandes gracias y
virtudes,
para que yo te imite en la pureza de mi alma y
cuerpo,
y así pueda con tu bendición y protección,
y por medio de tu intercesión,
alcanzar
una santa vida y dichosa muerte.
Amén. +
Ruega por nosotros, bienaventurado Padre
Domingo.
Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.
Reza el Credo, Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Recita la oración y haz los rezos que se indican
durante tres días seguidos.
Santo Domingo de Guzmán (España 1173-Italia 1221). Fundador de los Dominicos (Orden de los Predicadores). Teólogo y canónigo de vida ejemplar, según la tradición, y numerosos documentos pontificios, la Virgen le revela y entrega el Santo Rosario como arma poderosa para ganar almas.
Es poderoso abogado nuestro ante Dios y la Virgen María.
Se le invoca para pedir que no falte trabajo y comida en el hogar, para pedir justicia para las personas acusadas falsamente o que necesitan obtener algo de la justicia (juicios, papeles, sentencias, visados...), para pedir humildad y paciencia y para tener buena protección ante males, enemigos y peligros.
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