Virgen Santísima, Madre misericordiosa,
Socorro Perpetuo
de las almas dolientes
que se acogen a
vuestro amor maternal:
dignaos pedir por
nosotros
a vuestro
santísimo Hijo y Señor nuestro, Jesucristo,
para que le sean
agradables todos los pensamientos,
palabras y
acciones de este día
y de todos los demás
días de nuestras vidas.